Los
médicos pueden surtir su farmacia y su consultorio, encuentran termómetros que
encajan muy bien con su estilo y gran
variedad de medicamentos entre ellos el famoso jarabe de Mipalo y las
inyecciones de Mitrocito que a don Silviano Pasas le funcionó muy bien. Estetoscopios, baumanometros, glucómetros y
toda una gama de cajas de medicina que puede adquirir sin receta médica.
En los
angostos pasillos del mercado te venden
prendedores de mujer, anillos y medallones de fantasía. Pásate sin
vergüenza a los baños porque no tienen puertas, al fin todas tienen lo mismo y
de regreso pasa por unos perfumes de importación, pero ¡aguas! que puedes ser
timado y en vez de llevarte uno con esencia de membrillo, puede ser esencia de
miembrillo. Si lo que buscas son zapatos, aquí también los puede encontrar, hay
de todas tallas y colores; según Agapito
Rico, los más vendidos son los cafés con chispas blancas. Tú, ¿calzas chico o
grande?
La fayuca en
Tepito es como el cereal y la leche, así que saquen sus conclusiones. La venta
de radios, televisores, videojuegos y
otros electrodomésticos como planchas con su burro, dejan grandes ganancias, más si eres como el pelón encajoso de en
medio, que da más caro que todos. A los vendedores se les ve comprando aparatos
de dudosa procedencia, que, para hacer
más seguro el asunto a veces las cosas vienes forradas de hule o cuero;
cualquiera que sea, no importa, ellos
bajan y suben la mercancía sin cansarse… saben que siempre deja dinero.
Intercambio
de mercancía y dinero
Concluimos
este recorrido por la selva tepiteña con el puesto de pájaros, hay unos
chiquititos pero vivarachos y traviesos, otros más grandes y gordos pero suavecitos porque sus plumas en realidad
son pelos ya que acaban de nacer; algunos tienen un pico que engancha a
cualquier mujer que se cruce por enfrente. Abundan los pájaros verdes, pero
también hay cafés. Cualquiera que sea su
tamaño y su color, llaman la atención de las marchantas, que apenas ven el
primer pajarito y se emocionan, mientras más se acercan, más les gustan.
Sus acompañantes, celosos se muestran
indiferentes, pero una vez que tienen a un pajarito en sus manos pierden
la pena y lo que le sigue. Si compras
uno y no tienes como llevártelo, no te preocupes porque también hay jaulas, la
más vendida es una muy novedosa donde se puede meter el pájaro por delante,
pero si está haciendo limpieza en la puerta de enfrente, puede meterlo por
atrás, aunque el pajarito entra más apretado, pero al final lo consigue y puede
descansar a gusto sin que se desplume.
Tepito
también es un centro cultural, en Peralvillo hay una tienda especializada en
plumas fuente, allí también vive Salvador Gallardo, artista creador de muebles
a partir de refacciones en desuso de carros, cuando te sientes en su silla, te
sentirás cómodamente relajado por los tubos que tiene.
Frente
a su negocio se encuentra la Galería José María Velasco, allí se presentan
diferentes exposiciones de los artistas de barrio. Es el único lugar donde se
estudia la Licenciatura en Leperatura,
la única que se termina de una sola sentada,
es tan placentera que ni cuenta te das de todas las veces que fuiste
víctima de la maestra hasta que ella te lo enseña. La profesora es Verdolaga
Enmascarada, mejor conocida como la campeona nacional del albur desde el 2007,
Lourdes Ruiz.
Tepiteña
de nacimiento, que nunca vivió en vecindad, sino en el único edifico del lugar
que había antes. Sin embargo, sabe lo que significa vivir en una vecindad ya
que sus mejores amigos eran los de la vecindad de al lado. En su casa, le lavaban la boca con jabón si
decía groserías, pero los primeros albures que escucho fueron los de sus
abuelos aunque no entendía nada, “Mi abuelita me decía que nunca se
imaginó ver hijas tan grandes; y cuando
le preguntaba a mi abuelito si le servía su leche siempre me decía ‘mejor
sácame un ratito al sol’”.
Además
de sus abuelos, sus amigos del barrio influyeron en su necesidad de aprender
albures porque ella era la única mujer en su grupo de amigos y con frecuencia
era su víctima. Con la teoría dada por los chicos del carrito de las
nieves, metió manos a la obra y fue
haciéndose de experiencia, hasta que el
albur se convirtió en su forma cotidiana de hablar.
“Hay
algunos que dicen alburear, pero lo único que hacen es decir groserías, eso no
es albur” Los albures finos son aquellos que van disfrazados en medio de las
palabras comunes, haciendo alusión siempre al sexo, generalmente se trata de
ofender a los hombres jugando con aquello que los distingue como machos, aunque
las mujeres no se escapan de ello. Este
es el verdadero arte de los albures.
Alburear
no es tarea sencilla, como Manuela misma ha dicho: vine al taller porque estoy
harta de no entender a mi esposo. El
albur implica un ejercicio mental de los dos hemisferios del cerebro, la
concentración que se necesita para sostener una conversación alburera sin
perder el ritmo y la cabeza es equivalente a la que se necesita en una partida
de ajedrez. “Cuando la otra persona está hablando, tu ya debes tener la
respuesta y predecir lo que te dirá” asegura Lourdes Ruiz.
Por
la licenciatura han pasado muchas generaciones, la mayoría de los estudiantes
son jóvenes fuereños, señoras del barrio, uno que otro comerciante y tres
niños. Aunque la maestra no es feminista, prefiere a las mujeres como alumnas
que a los hombres, pero cualquiera puede asistir. No tiene costo, ni edad
mínima de ingreso, el único requisito es que ya tengas peleas en el coliseo o
al menos el criterio amplio.
El
sueño de la maestra es que su licenciatura se imparta en las escuelas de la SEP, no sólo en la Galería, “si se
enseñaran albures en las escuelas, los niños serían una chingonería en
matemáticas y física porque al practicarlos la mente se vuelve más ágil”.
“Lo
importante en esta vida es saber levantarse de las caídas, dar la cara a los
problemas y reír, la recomendación que yo les doy es que se lo cuiden… el
espíritu” finalizó Lourdes Ruiz.
Si después de leer esto, sigues intrigado
porque no conoces las inyecciones de trocito, ni las enchiladas de hoyo y
tampoco encuentras al pelón encajoso de en medio; lo recomendable es que
asistas al taller de albures finos para ampliar tu criterio. Recuerda que una
vez que conoces Tepito, te va a gustar.