En las reuniones se descubrió que en América Latina se editaron 99 000 nuevos títulos en 2006 y que hay un incremento en la cantidad de editoriales industriales del 32% entre el 2003 y 2006.
Las ventas de ejemplares de México presentan un descenso del 1,5% en el 2006 con respecto al 2005. España presenta un descenso del 1% y Colombia un aumento del 2,4% para el 2006. En Brasil se registró el mayor incremento: alrededor de 14%.
Según los datos reportados por la Unesco, el crecimiento del comercio exterior de bienes y servicios de carácter cultural ha sido superior al de las otras industrias, duplicándose entre los años 1994 y 2002, último periodo consolidado en las estadísticas culturales del mundo. Para el 2006, el valor de las exportaciones de libros a nivel mundial ascendió a 15.401 millones de dólares con un incremento del 5,1 en relación al 2005.
El empleo generado por el subsector editorial según datos de 2004 en España estuvo cerca de las 32 000 personas, entre trabajadores permanentes y temporales. En Brasil este número es de 18 000 personas (en el año 2004). En México el número total de empleados del sector es de 10 171 y en Colombia de 5562. La cantidad total de empleados aumentó en estos dos países con respecto a años anteriores.
En la actualidad, el libro es producido tanto en formatos novedosos como conservando en gran medida sus métodos tradicionales. El público, por su parte, sigue comprando y leyendo libros impresos y además hace uso de las nuevas tecnologías.
Se observó que la rapidez con la que avanzan las nuevas tecnologías para la información y la comunicación afectará notablemente los modelos de producción, y al tener la posibilidad de acceder a un libro a través de Internet (cuándo no a través de un teléfono celular, una agenda digital o un dispositivo de lectura de libros portátil), el lector romperá con los intermediarios tradicionales, seguramente poniendo en riesgo la sostenibilidad de las librerías, por lo que se hace necesario fortalecerlas.
En este sentido, las librerías tradicionales necesitan emplear estrategias para sobrevivir ante las nuevas tecnologías, al respecto, Marcil D´Amico Pousada, director general de la Livraria Saraiva de Brasil, propuso que al menos tres estrategias deberían ser implementadas para alcanzar este objetivo:
a) ofrecer una atención profesionalizada: a través de un personal entrenado constantemente y al que le guste su trabajo,
b) mantener un acervo extenso,
c) ampliar el catálogo de servicios: con canales de venta, que incluyen Internet, como en el caso de la principal cadena del Brasil que ya vende el 30% de sus libros por este medio. La última estrategia fue enriquecida por los participantes del evento, quienes aseguraron que, para sobrevivir, las librerías deberán adquirir valores de centros culturales. De esta forma, los Estados apoyarán su sostenibilidad como centros culturales de fomento a la lectura.
Uniendo el sector editorial con las nuevas tecnologías, las pequeñas empresas podrán lograr una mayor viabilidad económica, a través de estrategias que les permitan conocer, medir y establecer una relación más estrecha con los diferentes segmentos del mercado. Por otro lado, todas las editoriales abordarán la tarea de fortalecer su relación con los autores.
También se planteó la necesidad de que éstas editoriales adquieran mayor visibilidad, a través de, por ejemplo, catálogos digitalizados. La venta de suscripciones, de textos fragmentados, el alquiler de contenidos puede asumirse como parámetro que determine los nuevos modelos de negocio. Para todo ello, el uso de Internet puede ser un aliado importante.
A las librerías se les sugirió modernizarse tecnológicamente y tomar el papel de cultivadoras de la sociedad. De tal manera, los Estados pueden empezar a reconocer el papel fundamental que juegan en la preservación y la difusión de la diversidad del mundo del libro para lo cual la política de precio fijo debería respaldarse como política pública. En este sentido, las librerías podrían empezar a especializarse según tipos de contenidos e integrarse en lugares físicos comunes y podrían recibir subsidios estatales como parte de programas de respaldo a la bibliodiversidad y al fomento de la lectura.
Es necesario darle una mayor valor al libro, y así generar políticas públicas que obliguen al Estado a bridar protección a ciertos sectores del sistema de producción y acceso al libro e interviene activamente en el mercado, apoyando la articulación del sistema, como lo hace, por ejemplo, con la política de precio fijo, apoyos a las traducciones, inversiones en bibliotecas, exenciones tributarias para la producción editorial, medidas arancelarias que benefician la circulación del libro, etc.
En conclusión, en las reuniones del Cerlac, se concluyó que América Latina debe avanzar hacia la renovación de las legislaciones actuales. Los sectores públicos también deberán trabajar para que, tanto los integrantes del sistema como la sociedad, adquieran conciencia sobre el impacto de las nuevas tecnologías. La noción de que lo publicado en los libros (e incluso los libros mismos) pertenece a un bien común el cual es sustancial para la generación de una identidad nacional y regional deberá ser impulsada con mayor eficacia por los mismos.